Con un programa que fue de Verdi a María Grever y de “La donna è mobile” a “Noche de paz”, la soprano mexicana María Katzarava y su colega el tenor César Delgado conquistaron la noche del sábado al público que se dio cita en el concierto “Voces de Invierno”.
Los dos belcantistas protagonizaron así la última presentación musical del año en voces de invierno para el Instituto Estatal de la Cultura y el Parque Guanajuato Bicentenario, sede de la gala con cupo controlado, a la que acudieron poco más de 200 espectadores, además de los que la siguieron a distancia a través de la señal de TV 4.
Una orquesta con 40 instrumentistas guanajuatenses, bajo la dirección de José Areán, ofreció el acompañamiento musical y la primera intervención de la velada: la obertura a la ópera “La fuerza del destino”, de Giussepe Verdi, compositor que terminaría siendo el más invocado en una noche en la que, además de arias de ópera, se hicieron escuchar romanzas de zarzuela y canciones populares.
Durante la primera mitad del concierto, Katzarava y Delgado alternaron sus apariciones en el escenario. El joven tenor tapatío obsequió en esta parte “Pourquoi me réveiller”, de la ópera “Werther”, de Massenet; y la icónica “La donna è mobile”, del “Rigoletto”, de Verdi.
La soprano haría lo propio con “Ebben, ne andrò lontana”, aria de “La Wally”, de Alfredo Catani y “Vissi d’arte”, de “Tosca”, ópera verdiana de la que Katzarava ha brindado interpretaciones protagónicas memorables en prestigiados recintos europeos. Como cierre de esta mitad, ambos cantantes unieron sus voces para “O soave fanciulla”, el conocido dueto de Rodolfo y Mimí, con el que cierra el primer acto de “La Bohéme”, de Puccini.
Para la segunda parte, la ópera cedió su lugar a la opereta y zarzuela, con la orquesta calentando el escenario con el intermedio a “La boda de Luis Alonso”, de Gerónimo Jiménez.
Nuevamente Delgado y Katzarava se alternaron el rol solista. El tenor lo hizo con piezas emblemáticas para su tesitura: “Dein ist mein ganzes Herz” (“Tuyo es todo mi corazón”), el aria más conocida de “El país de las sonrisas”, de Franz Lehár, y “No puede ser”, de la zarzuela “La tabernera del puerto”, de Pablo Sorozábal. Katzarava obsequió por su parte “Chi il bel sogno di Doretta”, de “La Rondine”, de Puccini y deslumbró con donaire en la romanza de las “carceleras” de “Las hijas del Zebedeo”, de Rupert Chapí.
Ambos cantantes se fundieron de nuevo en un dueto: el icónico “brindis” de “La Traviata” (“Libiamo”), en lo que parecía ser el final de la velada, pero que no fue sino la transición hacia una ronda de encores, que incluyó “Júrame”, de María Grever; “Dime que sí”, de Alfonso Esparza y “Noche de paz”, el inmortal tema navideño de Franz Gruber, con el que ahora sí caería el telón.